domingo, 9 de diciembre de 2007

Los Juegos Populares en algunos pueblos extremeños

Aunque hoy a algunos les parezca mentira, antes de que se inventaran las videoconsolas los niños también jugaban, o mejor dicho, realmente jugaban. Aunque entonces lo hacían al aire libre y acompañados por otros niños, en vez de solos y tirados en el sofá. Les bastaba la chapa de un botellín, o un aro y un palo, para pasar las tardes entretenidos, y la máxima tecnología no eran la Wii y la Play Station, sino la peonza y los zancos artesanos hechos con viejos botes de pintura. En cualquier pueblo extremeños la variedad de juegos siempre ha sido suficiente para pasar todo el año sin aburrirse. Juegos al aire libre para el verano y más recogidos para el invierno, juegos para dos o para cincuenta. La imaginación se estiraba según las necesidades del momento.
Todo esto es lo que nos cuenta en un libro que acaba de publicar Dirk Nasser, un alemán que lleva muchos años en Cáceres como profesor de la Facultad de Ciencias del Deporte de la Universidad de Extremadura. El libro ha sido editado por la Diputación de Cáceres con el título de "Cultura Tradicional de Movimiento en Extremadura: los juegos populares en algunos pueblos cacereños", y en él colaboran José Julio Sánchez Carbajo, Marisa Montero Curiel y Derya Çelik. Básicamente, se trata de una recopilación de los juegos que se han practicado o se practican aún en las localidades cacereñas de Alcántara, Arroyo de la Luz, Caminomorisco, Malpartida de Cáceres, Miajadas, Montánchez, Moraleja, Torremocha y Valencia de Alcántara.
El autor del libro y sus colaboradores han utilizado como fuente fundamental de su investigación las entrevists a personas mayores. El hecho de haber reunido un total de 204 juegos en sólo 10 pueblos les lleva a pensar que en cada uno de estos municipios "hubo una rica cultura de movimiento en torno a juegos tradicionales".
El libro tiene un gran valor sobre todo desde el punto de vista de la conservación, ya que, como afirma el propio autor, "a la mayoría de jóvenes extremeños ya no les fue transmitido qué es el juego, por ejemplo, de la billarda o de la bombilla". Los ejemplos son muy numerosos, y todos están en la investigación de Nasser y su equipo, que se ha centrado en los juegos tradicionales tanto de niños como de adultos. Cada uno de los juegos recopilados tiene una amplia ficha con su nombre popular, los pueblos en los que se ha recogido, la descripción, las reglas, el material necesario y el terreno que se precisa para practicarlo. Los hay tan conocidos y extendidos como el balón prisionero, los bolindres, el escondite, la pídola, la rayuela o la petanca, pero otros más específicos como doña culona, bibi o estando mi madre en misa, también aparecen en dicho libro. Muchos de ellos van acompañados además con la letra de las canciones populares que se suelen o solían cantar mientras se practicaban, como "Debajo de un botón"o "Al pasar la barca".
Dirk Nasser explica que había consultado algunas referencias bibliográficas pertenecientes a una investigación nacional comparativa realizada por Cristóbal Moreno Pablos, las cuales situaban a Extremadura en el último nivel de la cultura lúdica tradicional. Pues bien, el profesor alemán, sostiene justamente lo contrario y aduce para ello "razones culturales, climatológicas y de grandes espacios disponibles". Esta nueva investigación determina que Extremadura disponía y dispone, por lo menos en la memoria de sus mayores, de una gran variedad de juegos tradicionales, y en consecuencia una rica cultura tradicional de movimiento.
Si nos preguntamos el por qué decayó la práctica de dichos juegos populares se establecen una serie de motivos en la conclusión, uno de ellos sería que hemos pasado de una sociedad "de carencias", que obligaba a crear un material lúdico propio, a una sociedad "de abundancia". Además, antes había más posibilidades de jugar en las calles, hoy invadidad por los coches, lo cual pocas veces se tiene en cuenta a la hora de decidir sobre políticas urbanísitcas. Los hábitos en el tiempo libre de los niños han cambiado, y hoy se impnen las conductas pasivas como ver la tele o jugar a las videoconsolas, a las activas, que serían los juegos tradicionales, unos juegos que según Dirk Nasser "ya no forman parte importante de la identidad grupal ni de la formación de la personalidad del individuo".
"Intenetemos conseguir que la imaginación de un niño siga siendo su principal juego"

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