sábado, 4 de octubre de 2008

El crimen de Monegros

¡Monegros existe! Y desde luego, ahí está David López para reivindicarlo. No es un autor de la tierra, pues es asturiano a mucha honra, pero para escribir el libro visitó la comarca de Monegros en varias ocasiones. Aunque tal vez la imagen que se proyecta en el libro sobre esta tierra no invite precisamente, ni al turismo ni al disfrute de un paraje realmente exótico y variopinto.


Lo cierto es que el autor sitúa la historia en un pueblo imaginario de los Monegros justo al final de la dictadura franquista cuando el caudilllo agoniza y en Valdeazores, pueblo diminuto de colonización, se produce el crimen horrendo de una señora mayor y no muy bien vista por sus convecinos. Aunque el nombre del pueblo no es real, la descripción que de él hace puede corresponder perfectamente a alguno de los pueblos de colonización que rodean Sariñena.


En esta época los Monegros debían ser una tierra dura y extrema en lo climatológico y en lo productivo. La mayoría de los pueblos no tenían agua corriente en sus casas ni electricidad. Se vivía de la agricultura de secano, lo que condenaba al agricultor a vivir permanentemente mirando al cielo y rezando al clero. Tal vez la llegada del regadío sacara a estas gentes y a estos pueblos del cenagal que tan bien queda descrito en el libro. Cenagal también en la mentalidad de gentes toscas y curtidas como en la mayoría de la España agricola de posguerra. Es magnífica la recreación que hace David López de las gentes y sus rencillas. Esas mentalidades guiadas por la apariencia y el que dirán. Gentes que pueden mantener la enemistad por la causa más nimia durante generaciones enteras, donde los hijos heredan, además de las improductivas tierras, los rencores y recelos de padres y abuelos.


Es esto lo que más me ha gustado del libro. La descripción de gentes, tierras, caracteres, pueblos,…En cuanto a la historia no deja de ser imaginativa y curiosa, pero es una historia de crímenes y rencillas repetidas hasta la saciedad en nuestra España profunda. No falta la guardia civil y el contrapunto de una joven liberada y sagaz, abanderada de los nuevso tiempos que poco a poco iban llegando a España desde el exterior.











Las fotos que acompañan esta reseña sobre el libro El crimen de Monegros corresponden a diversos paisajes monegrinos, tomadas durante un precioso atardecer en esta tierra entrañable. No falta la sabina negra, árbol abundante en otros tiempos en estas tierras, al cual debe su nombre.


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