sábado, 29 de noviembre de 2008

Rabos de lagartija


Llevado por una vorágine irracional de leer todos los Premios Planeta y sus finalistas durante la década de los 90, descubrí a un escritor que me resultaba del todo desconocido, pero que su libro ganador del Planeta en 1978 ostentaba un título sugerente La muchacha de las bragas de oro. Sin embargo no quedó una honda huella en mí después de leerlo, como ocurrió con otros premios Palnete y finalistas que todavía recuerdo con detalle:


En busca del Unicornio de Eslava Galán,
Pequeño teatro de Ana Mª Matute,
Y Dios en la última playa de Cristóbal Zaragoza
Yo, el rey de Vallejo-Nájera
Pura vida de Mendiluce
La mujer de otro de Luca de Tena

Sin embargo habría de leer
Rabos de lagartija para descubrir en todo su esplendor a este autor catalán, coherente con sus ideas y atípico en el panorama editorial. Este libro me transportó a las paredes de piedra que separaban los campos de mi pueblo, a las paredes desconchadas de las casas abandonadas donde jugábamos a ser bandidos, a los arroyos donde cazábamos renacuajos con la esperanza de verlos convertirse en ranas o al nido de golondrinas que después de derribar y sentirnos culpables por la barbarie, nos llevaba a dar de comer a los pollos e intentar salvarlos a toda costa.

Para mí eso es un buen libro, el que te hace aflorar esos recuerdos olvidados de otro tiempo y otra persona que ha llegado a convertirse en los que somos hoy. Y Juan Marsé lo consigue en este libro y por ello le estoy agradecido.

Enhorabuena por un premio Cervantes 2008 que, desde mi punto de vista, llega tarde, pero es totalmente merecido. Felicidades y a disfrutarlo.


lunes, 24 de noviembre de 2008

El niño con el pijama de rayas

Hay ocasiones en que aparece un libro que se convierte, en silencio y sin grandes aspavientos, en uno de los más leídos en muchos países. Todo un éxito editorial sin ninguna explicación aparente.

Sin embargo cuando uno lee
El niño con el pijama de rayas del autor irlandés John Boyne se da cuenta del porqué de su enorme difusión. En principio el autor escribió el libro para un público juvenil, pero pronto tuvo eco entre el público adulto, tanto en su pais como fuera de él.

Se nos pueden ocurrir muchas claves para explicar el fenómeno de este libro, a mi se me ocurre una que creo la más acertada:

Describir uno de los hechos históricos más oscuros y tristes de la Humanidad a través de los ojos inocentes de un niño situado por el destino, y por la profesión de su padre, en un lugar determinado y en un momento concreto. El ver, oír y pensar como un niño es un ejercicio que deberíamos practicar a menudo, y este libro nos presta la oportunidad de hacerlo y disfrutar con ello. Todo es distinto si lo vemos a través del prisma inigualable de la inocencia, las cosas más insignificantes cobran un sentido especial. Y aquello que nos parece trascendente se convierte en nimio cuando lo ve un niño. A través de las páginas de este libro sólo podemos reflexionar y apreneder, aprender mucho.

Poco más se puede decir del libro y su argumento sin desvelar otro de los encantos que tiene este título, y es el ir descubriendo donde estamos y con quien estamos. El Propio autor recomienda que es mejor no saber nada sobre él antes de empezar a leerlo. Creo que yo he sido discreto e intentado mantener ese consejo.

No digo más, todo lo que se puede decir ya está escrito en sus páginas.