martes, 31 de marzo de 2009

Invierno en Madrid

De este libro había leído y oído muchos comentarios. Nuestro colaborador Pacolo, me lo recomendaba insistentemente, en algún otro blog leía críticas feroces cuestionando el conocimiento del autor sobre la realidad de la posguerra e incluso manifestaban su total desconocimiento de Madrid.

Con estos antecedentes, no podía menos que leer yo mismo el libro y opinar de primera mano. Y eso que el libro hay que encararlo con ganas, pues sus 627 páginas no dan opción a leerlo si gusta más o menos, pues un libro de ese tamaño o engancha o se eterniza.



El libro se ambienta en los años 40 en el Madrid de la posguerra. Sus protagonistas son tres ingleses que sólo tiene en común el haber estudiado en el mismo colegio elitista inglés. A partir de ese nexo común, cada uno sigue caminos completamente distintos. y marcados por ideas y apasionamientos totalmente opuestos. Pero la España franquista de posguerra los vuelve a reunir. Eso si, en circunstancias completamente antagónicas, uno como hombre de negocios, otro como espía del servicio secreto británico y el tercero como desaparecido en la batalla del Jarama.

A partir de esta trama, comparten una mujer, comparten negocios, comparten mentiras, fugas, encuentros, asesinatos,...

A pesar de ser un libro voluminoso y contar con muchas páginas como mencionaba al principio, a mi en ningún momento se me ha hecho pesado. Al contrario, a medida que pasan las páginas te vas familiarizando con los personajes, la acción se hace más trepidante y acaba enganchando. Tal vez no sea el mejor libro del mundo, pero resulta más que entretenido e interesante para pasar un buen rato.

Si tuviera que ponerle algún pero, sería que tal vez la imagen que ofrece de nuestra posguerra esté un poco distorsionada y pase por ella como de puntillas. Para ser un autor enormemente informado sobre la realidad española de esos años (a juzgar por la bibliografía consultada que comenta al final del libro) no creo que haya sabido sacarle todo el provecho esperado.

En definitiva, ni un clásico que pasará a la historia de la Literatura Universal, ni un bodrio infumable que no se pueda leer, sino justo, justo, en mitad de todo eso.