martes, 6 de mayo de 2014

RUTA PROHIBIDA

EL CONTRABANDO ENTRE BARRANCOS Y ENCINASOLA 


La práctica de contrabando entre Portugal y España y entre Barrancos y Encinasola, más concretamente, encierra en sí la existencia de un número de historias cuyos relatos no cabrían en este libro.
Historias trágicas algunas de ellas, otras con fuertes evidencias de la perversidad del ser humano, y de falta de sensibilidad con el prójimo; otras, llenas de particularidades cómicas. Todas ellas modelaron la cultura de estas dos localidades fronterizas. Como exponente máximo de esta última situación tenemos la fijación de un gran número de Guardias, originarios de todo el país, que aquí acabaron por construir su familia mezclando aun más la cultura y hábitos de estas dos localidades.

(Pueblo de Encinasola, Huelva. Foto JJ8)

Cuando los guardias apresaban un contrabandista se creaba un clima de cierta crispación en los días siguientes que, no raras veces, terminaba en pequeñas escaramuzas entre familias. Era frecuente el apresamiento de bienes y la prisión para contrabandistas los cuales solo eran liberados gracias a la intervención de algunas figuras bien posicionadas en el medio local. También hay historias de enriquecimiento de ciertos guardias debido a las ofertas que les eran hechas por parte de los contrabandistas más adinerados, a intercambio de cierta permisividad en cuanto al desempeño de las funciones.
El periodo de más apogeo de contrabando (década de los 70) entre estas dos localidades surgió como consecuencia la aparición de nuevas formas de transportar los bienes, debido al mayor desahogo económico de los contrabandistas. Esta práctica era ya entonces vista como una actividad económica donde casi sólo entraban personas con algunas posesiones. Hasta entonces, los productos eran llevados y traídos a pie, lo que hacía que los trueques comerciales fuesen de reducido valor, no despertando el interés de aquellos que poseían una situación familiar/profesional estable, siendo esta actividad de los más necesitados y de los que poseían mayor poderío físico.


        (Barrancos, Portugal, visto desde la Peña de Encinasola, Huelva. Foto JJ8)

La existencia de garitas "casetas" a lo largo de la línea fronteriza entre Portugal y España, está íntimamente ligada con la actividad del contrabando. Construidas sobre el amparo del Estado Nuevo, las garitas se realizaron con el propósito de acoger los Guardias Fiscales que intentaban impedir el fraude y los trueques comerciales al margen de la fiscalización aduanera. No hay en la zona de la raya, tierra en la que no se recuerden historias de contrabando. Unas con un final más feliz y otras menos. Muchos ancianos dicen tener añoranzas del tiempo en que se escondían de los guardias para poder traer para Portugal algunos bienes. Cada contrabandista tenía su propio "sistema" no solo para engañar a los Guardias Fiscales, sino engañar a los "quejicas". Así eran llamadas aquellas personas que denunciaban los contrabandistas y sobre los cuales recaía alguna desconfianza.


 (El puente de Los Cabriles, una referencia histórica en la ruta contrabandista)

Había tabernas en Barrancos donde los contrabandistas pasaban la tarde, comían y diseñaban las estrategias a adoptar durante la travesía de la frontera. "Se comían un trozo de pan y bacalao seco, se bebían unos tragos y se jugaba para pasar el tiempo", recuerdan algunos. Pero no se piense que el contrabando era solo una cosa de hombres, pues también tenía la participación activa de las mujeres. Ellas también atravesaban la frontera clandestinamente y también lo hacían con éxito.
El café, considerado por la comunidad barranqueña como un producto de excelencia, dentro de la actividad contrabandista, era también de fácil circulación en Portugal. La tentativa de restringir las importaciones condicionó fuertemente su consumo en España. Si unimos estos dos elementos al hecho de que el café permite grandes márgenes de comercialización, fácilmente comprenderemos por qué este bien se convirtió en el rey del contrabando. 
Paralelamente y todavía en esta época de posguerra, además del cambio de los productos característicos de contrabando, se modificó también la forma en que esta actividad se ejercía. El café absorbió prácticamente a todos los hombres dispuestos a practicarlo. En España se pueden apuntar casos de poblaciones que prosperaron gracias al café portugués, como ocurrió en Encinasola.



La lista de los principales productos que eran objetos de contrabando de Barrancos para España: café, pan, grano, jabón, judías, tabaco, harina y azúcar. La lista de productos que eran traídos a la vuelta (de España para Barrancos): ropas y tejidos, aceite, utensilios de barro (cocina), carnes y embutidos, turrón y chocolate. Hay que referir que los trueques eran, muchas veces, meramente monetarios. El análisis de los artículos que fueron apuntados como los de mayor peso entre los objetos de contrabando de Portugal para España surgen los productos alimentarios en una primera fase, siendo esto paulatinamente sustituidos por otros de menor valor alimenticio como el café. Esta alteración se debe sobre todo al aumento del nivel de vida de los españoles, en la última etapa de contrabando, situación que facilitó el surgimiento de varios productos de primera necesidad oriundos de España y que pasaban a no ser necesarios su suministro por parte de Portugal. El caso del café es distinto debido a las razones apuntadas. El contrabando del café permitió el enriquecimiento de muchas personas de los dos lados de la frontera.


(Hoy en día se sigue recordando al contrabandista en ambos pueblos (Encinasola y Barrancos). Fotos JJ8)













Además de este interesante libro "Ruta prohibida" (Ediciones Colibrí. Asociación Barranqueña para el Desarrollo) podemos tener más información acerca del contrabando entre estas dos localidades en este documental de Canal Sur TV: