sábado, 17 de enero de 2015

Así empieza lo malo

Así empieza lo malo y lo peor queda atrás

Vuelve Javier Marías con una nueva novela titulada "Así empieza lo malo", muy de su estilo que yo tal vez calificaría de costumbrista y donde recoge las miserias humanas junto con profundas reflexiones, contempladas desde la perspectiva de un joven acomodado de la sociedad madrileña y recién graduado en la universidad que empieza a trabajar como secretario para un director de cine mediocre, Muriel, y se ve sumergido en un mundo de adultos lleno de desprecios, rencillas, historias ocultas y matrimonios rotos.

En la convivencia diaria con el director, el protagonista va llenándose de dudas sobre la vida familiar y social del mismo. Hechos y comportamientos aparentemente inexplicables para un observador externo. La extraña relación con su mujer, sus amigos, sus socios. Un parche en un ojo del que está tuerto, la curiosa manía de hablar tumbado en el suelo fumando su pipa. Al principio sólo es curiosidad, pero con el tiempo y el roce continuo se convierte en una obsesión y un derecho a saber sobre la familia con la que pasa la mayor parte de su tiempo.

Las indagaciones de nuestro protagonista nos llevan incluso al más rancio periodo de nuestra historia reciente, la época del franquismo, donde se cometieron atrocidades y atropellos que fueron hábilmente silenciados durante la transición y cuyos autores consiguieron establecerse como personajes públicos respetables y admirados. Gentes sin escrúpulos que no dudó en sacar tajada tanto del periodo franquista como de la posterior democracia.

Por sus páginas desfilan algunos de los personajes más relevantes de la cultura española de los 80, como Jesús Franco o Francisco Rico, con descripciones de los mismos que ya no estoy seguro de que se acerquen a la realidad.

Jesús Franco
La novela va planteando incógnitas y situaciones durante dos tercios de la misma para acabar resolviendo todas las cuestiones en la última parte. Es entretenida y se lee con facilidad y el final resulta sorprendente. A mi me ha gustado y a pesar de su extensión no se me ha hecho pesada en ningún momento. Hay que reconocer que Javier Marías es un hábil narrador con mucho oficio y buenos libros entre los que habrá que incluir también éste que ahora nos ocupa.


El perdón aguanta menos bien que la venganza.

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