lunes, 4 de mayo de 2015

CHOCOLATE

En el pequeño y conservador pueblo francés de Lansquente-sur-Tannes soplan vientos de cambio que arrastran consigo un seductor aroma capaz de evocar tierras lejanas y exóticas. La dulce fragancia recorre las calles, penetrando en los humildes hogares de sus vecinos quienes, incapaz de resistirse, buscan el origen hasta encontrarse frente al escaparate de la chocolatería recién inaugurada. Un negocio atípico dentro de aquella comunidad, acostumbrada a la privación y sobre todo al castigo. La propietaria advierte la presencia. Su sonrisa es una invitación que no necesita ser pronunciada para vencer la reticencia inicial y entrar. Al cruzar el umbral son recibidos con una taza de chocolate caliente que consigue hacer desaparecer el frío del cuerpo, así como un inmenso vacío del alma que desconocían hasta que Vianne Rocher ofreció aquel refugio elaborado con cacao.


"-Creo que la única cosa importantes es ser feliz- he dicho finalmente.
La felicidad. Algo tan simple como un tazón de chocolate o algo tan tortuoso como el corazón. Amargo. Dulce. Vivo."

"Chocolate" es una fábula sobre la felicidad a través de los pequeños detalles, una oda al amargo fruto que endulza nuestras vidas, proporcionándonos un placer tan intenso como efímero. Joanne Harris nos ofrece una novela deliciosa, los sutiles matices de su prosa estimulan los sentidos del lector, para obsequiarlo con una lectura irresistible. Un libro que no puede devorarse a grandes bocados, sino saborearlo lentamente, dejando que las palabras evoquen texturas, olores y sabores hasta conseguir el éxtasis literario.

"(...)Tenía fuertemente apretada en una mano una figura de plastilina, que le retiré al tiempo que le alisaba la ropa de la cama y me disponía a guardársela en la caja donde tiene sus juguetes. La figurilla todavía conservaba el calor de su mano y emanaba ese olor inconfundible que despiden las cosas de la escuela, la misma de los secretos dichos a media voz, de las pinturas de los carteles y periódicos, y de los amigos medio olvidados."



La autora evoca la magia tras los gestos más sencillos y, aparentemente, fútiles, así como el efecto que son capaces de obrar en las personas. Una caricia, un bombón, una palabra amable, un trozo de tarta de chocolate, una sonrisa, una humeante taza de cacao, un poema... Por esta razón Francis Raynaud, párroco de Lansquenet, rechaza la presencia de Vianne Rocher y su negocio. El cristianismo asocia el origen del pecado con la comida. En aquella ocasión, la tentación procedió de una simple manzana, ahora Reynaud debe enfrentarse a un alimento empleado antiguamente en ceremonias paganas para adorar a falsos dioses. La gula convertida en un culto en el que, poco a poco, sucumben sus feligreses.
Precisamente, "Chocolate", denuncia la intolerancia social, y es una crítica brutal a esa sociedad (que por desgracia aún existe) que critica y "pisotea" al prójimo, sin dejar de cumplir, al mismo tiempo, una serie de conductas que le hacen ser un "buen cristiano".

"-No creo que haya buenos y malos cristianos -le digo-, solo buenas personas y malas personas" (Vianne Rocher)

Para mí es una pequeña delicatessen literaria concebida para disfrutarse durante toda su lectura de forma pausada para conseguir "un placer que sólo dura un momento y que únicamente unos pocos pueden apreciar plenamente". Es cierto que algunos detalles endulzan de forma innecesaria una historia con un fondo amargo, Joanne Harris nos obsequia con una novela absolutamente irresistible. 

La evocadora prosa. La atractiva presentación de los personajes. La intercalación de la narración en primera persona entre Francis Reynauld y Vianne Rocher. El mensaje contra la intolerancia y la hipocresía social...han hecho que se convierta, así por casulidad, en una de mis novelas preferidas. Disfruten de este chocolate, como postre.

Sobre la autora: Joanne Harris, nacida en Yorkshire en 1964, de madre francesa y padre inglés, se ha sentido siempre parte de dos culturas. Estudió en St. Catherine´s College de Cambridge. Durante su solitaria niñez aprendió a dejar volar su imaginación a través de los libros y de las historias que inventaba. Tras infrustuosos intentos de triungar como bajista de jazz y contable, decidió seguir la tradición familiar -su padre, su madre y su abuelo eran profesores- y dedicarse a la enseñanza. Tras el éxito de su novela "Chocolate", adaptada posteriormente al cine, emplez todo su tiempo en escribir. Sus siguientes obras, entre las que caben destacar "Vino mágico", "Cinco cuartos de naranja" y "La abadía de los acróbatas", la han consolidado como un fenónemo literario.