lunes, 5 de diciembre de 2016

LO QUE ENCONTRÉ BAJO EL SOFÁ

¿Qué ocurre al mover un sofá?¿Y al mover una vida? Quizás encuentres objetos -o personas- que ya habías olvidado, un calcetín que se quedó sin pareja o una pareja a la espera, esquirlas de otra vida...o uno de esos secretos que te obliga a pronunciar la frase que lo cambia todo: "tenemos que hablar".
¿Y si movemos una sociedad? Entonces uno se da cuenta de que vive en un lugar con demasiados gusanos para tan poca manzana. Pero también un lugar donde, al observarnos, descubrios que somos los primeros en hacer aquello que tanto criticamos.

"Lo que encontré bajo el sofá" me ha maravillado. Tras leer de este mismo autor, Eloy Moreno, la novela "El Regalo", me considero a partir de esta segunda lectura fiel seguidor suyo. Se trata de una novela real, como real es la vida de cualquiera de nosotros. En ella se contemplan los retazos de la realidad cotidiana de varios personajes. Seguro que cada lector puede identificarse con alguno de los personajes o detectar en ellos algún rasgo compartido. Se trata a su vez de una novela muy actual, que de alguna forma denuncia la sociedad en la que vivimos y que de alguna manera es el resultado del comportamiento de todos y cada uno de nosotros: la crisis, la corrupción política, los recortes, el bullying,...se la ha llegado a definir como "la novela de una generación indignada".
Consigue el autor, una vez más, que te sientas identificado y hacerte reflexionar -que valía tiene para mí que un libro consiga hacerte eso, reflexionar-.
Por tanto, muy interesante me ha parecido la propuesta de Eloy Moreno. "Lo que encontré bajo el sofá" es un libro recomendable, bonito. De esos que terminas con la sensación de ser otra persona diferente a la que eras antes de leerlo. Esta novela parte de dos historias diferenciadas, desarrolladas en torno a dos mujeres distintas: Alicia y Marta. Una escritura de un estilo dulce, reflexivo y casi poético. Recurre a la repetición de recursos e historias, a alternar de forma paralela las vivencias de los personajes, a recuperar momentos y dejar que el lector los entrelace (o no) en función de su fe en las personas. Y todo ello lo adereza con miles de historias de personajes anónimos en torno a las que nos cuenta de las dos protagonistas.
Y toda esta amalgama de personajes e historias les dota de una ambientación fantástica, a través de Toledo y sus rincones. El lector se verá fácilmente traslado a esta bella ciudad, tocará sus paredes y grabados y caminará por sus caminos de piedra. Y no solo eso, ya que las múltiples historias que nos desgrana el autor a lo largo de la novela en torno a la ciudad, con sus fábulas y leyendas medievales, harán las delicias del lector. Tras su lectura dan ganas de viajar a Toledo, a conocerlo o a volver a pasear por sus calles.

En definitiva "Lo que encontré bajo el sofá" es una novela bellísima, con unas historias fascinantes y una prosa preciosa que cautiva, encanta y emociona. Hace reflexionar y engancha tanto que no puedes parar de leer. No es que recomiende este libro, es que lo considero imprescindible.

Relato extraído de la novela "Lo que encontré bajo el sofá" de Eloy Moreno:

"Tacto e hilo se separan y, de pronto, un globo comienza a caer hacia el cielo. Es una caída lenta pero a la vez irremediable. Irremediable no porque sea imposible atraparlo, irremediable porque nosotros, los adultos, ni siquiera lo intentamos; sólo los niños lo hacen.
Ellos, a pesar de acurrucar sus dedos y no sentir ya la cuerda que sujetaba con ilusión, continúan manteniendo la esperanza. Corren, saltan, lloran, gritan... señalando ese punto que va desapareciendo entre un azul que lo ocupa todo.



Adulto y niño observan la misma escena, pero con miradas distintas: ellos piensan que el viento lo traerá de vuelta, que algún pájaro lo atrapará con su pico o que, quizás, con suerte, otro niño sacará su mano por la ventanilla de un avión y lo volverá a coger. Nosotros no, nosotros sabemos que se ha ido, como lo hacen los recuerdos entre la vida, como lo hace la inocencia entre los años, como lo hacen las lágrimas entre las decisiones.
Y así, cayendo, el globo termina por convertirse en cielo, momento en que se descubre la frontera entre las edades: los niños piden otro como si todos los globos fueran iguales; en cambio, el adulto se pregunta qué podría haber hecho para evitar perderlo, pues sabe que ése era único.
¿Dónde caerá?¿Qué dirección llevará?¿Quién se encontrará con él... o con ella?¿Podríamos haber hecho algo para evitarlo?Y la pregunta para la que uno nunca está preparado: ¿realmente se escapó o lo dejamos marchar?"